Ubicada en la confluencia de los cauces de los ríos Júcar y Cabriel, el agua y los ríos forman parte de la realidad cotidiana e histórica de Cofrentes. Ejemplos los hay a decenas: Es el agua, aunque no de origen fluvial, la que mantiene la actividad de los balnearios de la zona; sobre el agua se gesta la única oferta de crucero fluvial de la Comunitat Valenciana y son los ríos Júcar y Cabriel escenario de actividades deportivas y otras de indudable pero económico.

Esta influencia alcanza a las tradiciones festivas. La Maderada es, desde hace casi dos décadas, el acto principal de las fiestas de mayo que Cofrentes dedica a San José Obrero. Con esta actividad se pretende revivir la profesión que durante siglos protagonizaron los cofrentinos: el transporte de madera desde la Serranía de Cuenca hasta los astilleros ubicados en la costa mediterránea por los ríos Cabriel y Júcar, una ocupación documentada desde el siglo XII hasta principios del siglo XX y cuyo recuerdo es la carta de naturaleza de la Maderada.

No en balde, los vecinos de la población tenían merecida fama por su pericia en el transporte de los troncos, un trabajo nada sencillo que precisaba hacer y deshacer infraestructuras que se construían con la propia madera para facilitar el paso del material. No, no era, en absoluto, un cómodo paseo por los ríos.

El transporte de los troncos obligaba a los cofrentinos a desplazarse hasta las zonas de las talas de árboles y emprender desde allí el penoso camino que les llevaría hasta los astilleros, en la costa. El trayecto incluía, forzosamente, el paso por Cofrentes. Cuando los madereros pasaban por su pueblo, era costumbre organizar fiestas y comidas para celebrar el reencuentro con los familiares. Tras ese periodo de reencuentros y descanso, los madereros reemprendían el camino hacia la costa. En esa costumbre, en ese episodio concreto del reencuentro, se basa la Maderada de Cofrentes, espectacular recreación del oficio de los antepasados.

Un gran ambiente preside la intensa actividad de la jornada en Cofrentes. A primera hora, espectadores y participantes se desplazan en romería hasta la zona recreativa del Cabriel, donde se sirve un almuerzo -imprescindible servir el zurracapote, bebida típica de la zona basada en el mosto de la uva- previo a que los madereros del siglo XXI –ataviados como sus antepasados- se suban a unas balsas para trasladarse sobre ellas hasta Cofrentes por el río. El descenso es seguido desde las orillas por centenares de personas que acompañan a los madereros con entusiasmo hasta su regreso a la población, donde continuarán las actividades propias de la celebración. Esta fiesta, por su singularidad y repercusión, ha obtenido la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, lo cual da una idea de la trascendencia que tuvo la actividad que ha dado origen a la actual celebración.